BAÑOS DE BOSQUE
Inmersión en el robledal de Aulàs a La Terreta
El accidentado relieve del Pallars Jussà ha generado diversas áreas geográficas con carácter propio, siendo más evidentes los contrastes entre el paisaje pirenaico de la zona norte y el paisaje más mediterráneo de la zona sur. En la zona norte son evidentes los valles profundos de alta montaña excavados por los heleros de los ríos, que se encajan entre los macizos de mayor altitud, algunos de los cuales rozan los 3.000 metros. El Baix Pallars se hace sitio entre estas altas cimas del Pirineo y la sierra del Montsec. En el sur, el paisaje se torna más redondeado y se extiende la cuenca de Tremp, dominada por el clima templado que bendice cultivos y vegetación eminentemente mediterránea.
El municipio de Tremp se enmarca entre los ríos Noguera Pallaresa y Noguera Ribagorçana, a este y oeste, y limita con la sierra de Sant Gervàs al norte y con el Desfiladero de Mont-rebei al sur. El municipio tiene poco más de 300 km2 de extensión y en la zona más occidental encontramos el sector de la Terreta; lo integran 16 núcleos, algunos de ellos deshabitados, y varias masías diseminadas. Cuenta con una amplia red de senderos que comunican los distintos núcleos atravesando cultivos, robledales y otros ambientes.
En esta zona encontramos el Valle de los Buitres, un recorrido circular de 30 km por una zona de gran interés ornitológico donde se pueden ver todas las especies de buitres de Europa y donde nidifica una importante colonia de estas especies.
Para llegar a la Terreta desde la N-230 nos dirigiremos hacia el núcleo de Areny (Huesca) y allí mismo atravesaremos el río Noguera Ribagorçana por el Puente de Orrit para enfilar la carretera hasta el núcleo de Sapeira. En la parte alta del núcleo de Sapeira encontraréis un aparcamiento y un mirador con vistas a la sierra de Sant Gervàs y al Robledal de Aulàs. Bajo la iglesia y cerca de la Casa Sullà, otro mirador nos permite disfrutar de las vistas de la zona sur de la Terreta y de las paredes de Turmeda, con sus diferentes tonalidades, donde se hacen visibles las rocas más antiguas (70-60 millones de años) por su notable inclinación.
Desde Sapeira salen varios caminos para disfrutar de la Terreta, por lo general de dificultad baja y de distancias muy asequibles entre 4 y poco más de 10 kilómetros.
Para sumergirnos en el Robledal de Aulàs podemos seguir el itinerario que va de Sapeira a la Font de les Basses, un recorrido circular de 4,6 kilómetros de dificultad baja. En este caso hay que ir a la salida de Sapeira, donde se encuentra la señalización vertical que seguiremos en dirección a Aulàs. Se trata de andar pausadamente por el inmenso robledal, sin prisas, disfrutando de la inmersión y la atmósfera creada por los robles y la vegetación que convive con ella que se respira a lo largo de todo el recorrido. Más o menos a mitad de camino se debe seguir la indicación hacia la Torre del Senyor, que queda a 1,8 kilómetros de Sapeira. Cerca de la masía, en el mismo camino, está la Font de les Basses. El recorrido es circular, por lo que se puede bajar por el robledal y subir por la pista, o al revés, pero también se puede deshacer el mismo camino para alargar la inmersión entre los robles.
La red de caminos internos de la zona ofrece muchas posibilidades para alargar el paseo propuesto y/o combinar la práctica de baño de bosque con el senderismo. Una ruta que permite dar una vuelta muy completa al Robledal de Aulàs es la circular que, saliendo igualmente de Sapeira, sigue en dirección al Castellet, del Castellet a Aulàs, de Aulàs a la Torre del Senyor y de aquí a Sapeira , en un recorrido de poco más de 10 kilómetros.
También está el GR3 que cruza la Terreta de norte a sur y que pasa por La Torre de Tamúrcia, donde se puede realizar una visita al Casal de los Buitres.
El espacio para la práctica de baño de bosque
En el Robledal de Aulàs, el robledo con mayor extensión llana del Prepirineo, destaca el roble pubescente (Quercus pubescens), característico de los suelos algo más húmedos de aquellos más secos, igualmente del piso montano, donde destaca el roble carrasqueño (Quercus faginea). Aquí se configura un bosque mixto con las dos especies, aunque el bosque que conforma el roble pubescente suele ser monoespecífico, ya que los árboles pueden llegar hasta 25 metros de altura, privando de iluminación a otras especies de menos altura. Sin embargo, no es extraño encontrarlo a menudo conviviendo con pinos o chaparras de pinar seco de pino silvestre (Pinus sylvestris), por medio de la intervención humana. En el caso de los pinares de la Terreta, son fruto de repoblaciones que se realizaron en los años 60-90. También conviven con otras especies arbóreas como el cerezo de Mahoma (Prunus mahaleb), el arce menor (Acer campestre) o el arce blanco (Acer opalus), y un estrato arbustivo donde no falta el boj (Buxus sempervirens), el guillomo (Amelanchier ovalis) o el espino blanco (Crataegus monogyna). El estrato herbáceo suele ser ralo, pero en él se puede encontrar por ejemplo la hepática (Hepatica nobilis) o el eléboro fétido (Helleborus foetidus), entre otras hierbas.
El roble es un árbol majestuoso, de corteza amarronada y copa ancha, y su simbología es una de las mejor documentadas. Se sabe que en muchas culturas el roble es símbolo de fuerza y vigor, de fortaleza física o espiritual, se asocia a los dioses de distintas formas y se le atribuye conocimiento y sabiduría. Se dice que hace años les llevaban los niños cuando estaban enfermos, ya que se creía que podían curarles y, de hecho, al aceite de roble se le atribuyen propiedades terapéuticas para combatir la artritis, torceduras... y también la fatiga. Es cierto que el roble es muy utilizado con fines terapéuticos, aprovechando sus propiedades que se extienden desde la corteza hasta las bellotas, sus frutos. Incluso Carl Sagan dedicó unas palabras al roble, que se convirtieron en una de sus citas más conocidas: “This oak tree and me, we’re made of the same stuff” ('este roble y yo estamos hechos de lo mismo'), refiriéndose a lo que ya dijo en otra de sus célebres frases que han dado la vuelta al mundo: “The cosmos is within us. We're made of star stuff. We are a way for the universe to know itself”, que se ha acabado resumiendo con el popular “somos polvo de estrellas”.
El concepto de baño de bosque terapéutico nace en Japón y es importante saber que la relación y el vínculo que tiene la naturaleza en la cultura japonesa viene de antiguo y es distinta a la que existe en Occidente. En Japón la naturaleza es claramente parte de su cultura y su estética. Es un elemento recurrente en su literatura y existen símbolos clásicos que vinculan las emociones con la naturaleza. Por eso no es de extrañar que veneren los árboles, que son un ejemplo de la relación del hombre en armonía con la naturaleza, y que los nombres muestren esta singular afinidad. Por ejemplo, el nombre del árbol ogatama-noki (Magnolia compressa) se traduce como “que atrae al alma”. Los árboles grandes y viejos son emblemas y se veneran por su forma única, entre otros motivos. En nuestra cultura también ha existido una relación del hombre con las plantas, la tradición de hierbas medicinales o costumbres como la de colgar un cardo ajonjero (Carlina acaulis) en la entrada principal de las casas son ejemplos de ello, y hoy en día todavía puede verse en algunos pueblos pirenaicos.
Aunque en el pasado se talaron muchos árboles del Robledal de Aulàs para el carboneo, especialmente en el siglo XIX, actualmente el robledo goza de un buen estado de salud y es un lugar ideal para la práctica del baño de bosque. Encontrar un vínculo de carácter más o menos espiritual dependerá de cada uno. En ningún caso es algo preceptivo para la práctica y beneficiarse de sus efectos en la salud.
Mapa orientativo: https://www.pallarsjussa.net/sites/default/files/triptic_de_la_terreta_0.pdf
Casal de los Buitres: https://www.tremp.cat/index_web.php?idwc=czoxNjoiY2FzYWxkZWxzdm9sdG9ycyI7