PATRIMONIO INMATERIAL DEL PIRINEO Y LAS TIERRAS DE LLEIDA
VAL D'ARAN
UNA CULTURA GANADA A LA HISTORIA
El viaje al antiguo Pirineo nos descubre de repente un mundo nuevo. La Val d’Aran se nos abre inmensa desde las alturas como un universo de prados verdes y pueblos de piedra oscura que esconden una tradición milenaria. Esta es una tierra rica en una cultura heredada de las familias históricas del valle. Todo cuanto percibimos y tocamos es el fruto de muchas generaciones.
El viaje
Estamos en un valle con una lengua propia. Nos embelesamos escuchando a los vecinos hablando un aranés que ahora entendemos y ahora no. Cruzando palabras de idiomas vecinos como los habitantes del Pirineo han cruzado siempre los caminos, el aranés es la lengua occitana de la Val d’Aran, de raíz románica y variante del gascón. Los pobladores de este rincón occitano la cuidan como un tesoro.
La Val d’Aran nos invita a un buen calendario de romerías. Fiestas donde lo importante es el reencuentro de amigos y familias que hablan una misma lengua y se saben unidos porque son araneses. En la romería de Montgarri de principios de julio recordamos cómo antiguamente el Aran se reabría el paso a las regiones vecinas después del invierno.
La pasión por la tierra nos abre también por la noche un abanico de creencias que en algunas casas se mantienen como una religión vigente. El valle se entrega a los espíritus de la noche y la naturaleza la noche de San Juan en la Crema der Haro de Les. El pueblo quema un gran tronco de abeto en la plaza en un ritual que es todo un homenaje a la naturaleza y a sus habitantes. Viendo arder el Haro y las fallas, unas antorchas hechas con corteza de cerezo, sabemos que no había mejor modo de sentir el nuevo verano. Esa misma noche también encontramos en Arties la Crema deth Taro, otra noche de fuego, música y emociones en recuerdo de los ganaderos y gente del pueblo que han conservado y trabajado esta tierra. De ese trabajo con las manos nace una gastronomía que nos hace sentarnos a la mesa aferrados a los cubiertos. La olla aranesa nos parece una receta que aglutina todo lo bueno que tiene el paisaje. Comemos sabiendo que cada cucharada nos da la fuerza necesaria para vivir en el corazón del Pirineo. Ternera, cerdo, pollo, rabo de buey, zanahorias, garbanzos, arroz, morcilla… hacemos pasar el valle del prado al corral y de la cocina al plato.
Los imprescindibles
Romería de Montgarri.
2 de julio.
Era Crema der Haro de Les.
Noche del 23 de junio.
Era Crema deth Taro de Arties.
Noche del 23 de junio.
Gastronomía.
Olla aranesa.
La Val d’Aran es también un mundo de música y alegría que se traduce en un catálogo de danzas tradicionales que cada año llenan las plazas de color. Como ya vamos comprendiendo, todo en este universo de montaña está vinculado con la rutina histórica. Observamos con interés que las danzas están relacionadas con las faenas del campo y los momentos más solemnes de la sociedad. Las coreografías y los vestidos, de campo y de fiesta, están llenos de influencias catalanas, gasconas y aragonesas. Falda, enaguas, pantalones, delantal, blusa blanca, faja, pañuelo en la cabeza y sombrero de paja. Un collage de colores y sonidos que es la banda sonora del valle. Vemos las parejas y grupos bailar eth Cadrih o era Aubada y nos parecen coreografías indisociables del paisaje.
Fiestas, como la de Santa Cruz de Salardú, donde vivimos combinando la alegría de la danza y la ceremoniosidad de la devoción por la Cruz en procesión hasta la plaza dera Pica y la fe de los antepasados. Nos dejamos persuadir por este mundo de rituales y creencias que también cree en las leyendas que contaban los abuelos y que en Aran son secretos insinuados dentro de cada casa. Como la leyenda del Cristo de Salardú, que narra que la imagen de Cristo remontó el río Garona hasta el pueblo, donde los vecinos lo recuperaron del agua. Sentados en un banco, todavía oiremos a algún vecino contarla. O como la leyenda del gigante Mandronius, que según dicen las voces más antiguas luchó contra los romanos invasores. El gigante vivía escondido en una cueva cerca de Betlan y acabó sus días en Garòs, donde según cuentan ordenó a sus hombres que le cavasen la fosa.
Otra historia que nos encanta oír es la leyenda de la Roca de los Nueve Agujeros, la cual nos explica cómo el arcángel Miguel y el diablo se enfrentaron por el dominio del valle. Dicen los más veteranos que se jugaron el Aran tirando piedras a la pared y que fue San Miguel quien ganó por nueve a uno. No podemos dejar de pensar en la riqueza de esta cultura que admira tanto los rituales paganos como las referencias cristianas. Siempre con la devoción que enseñaron los padres y abuelos. Por Semana Santa reencontramos ese recogimiento en las procesiones de Viernes Santo y Domingo de Resurrección, el Viacrucis y el Santo Entierro con la participación de todos los vecinos en un esfuerzo por mantener en el valle la tradición de los pasos sagrados. La dedicación solemne en nombre del valle que vemos en las mujeres que portan el paso de la Virgen de Misericordia nos hace entender que esta Val d’Aran es una tierra ganada al paso del tiempo y a la historia.
Danzas tradicionales.
Eth Cadrih, eth Bajh-plan, era Aubada, eth Tricotèr, Ecotisha.
Fiesta de Santa Cruz de Salardú.
3 de mayo.
Leyendas del Cristo de Salardú, del gigante Mandronius, de la Roca de los Nueve Agujeros.
Semana Santa de Bossòst.
Viernes Santo y Domingo de Resurrección.