Los meses de invierno, cuando la blanca sábana de la nieve cubre los valles y las cumbres del Pirineo y el aromático oro líquido brota de los molinos de aceite de la plana leridana, constituyen quizá la estación más mágica del año. Una estación en la que el visitante puede respirar el aire más puro y disfrutar del turismo más relajado, rodeado de gentes acogedoras y de seductores parajes naturales.

Con sus 11 estaciones de esquí alpino y nórdico, los aficionados al deporte blanco encontrarán en la demarcación de Lleida unos equipamientos de primer nivel situados en un entorno privilegiado y un amplísimo abanico de posibilidades en lo que se refiere a disciplinas de nieve, combinado con una atractiva oferta de actividades de après-ski. 

Por su parte, los amantes de la buena cocina sabrán apreciar las exquisiteces de una gastronomía contundente en la que las escudellas, guisados y carnes a la brasa se convierten en la mejor receta para recuperarse después de una jornada turística. Una gastronomía bien acompañada con productos de calidad como el vino o el aceite de oliva extra virgen, que han dado pie a propuestas experienciales de enoturismo y de oleoturismo muy atractivas.

Unos meses, los de invierno, ideales también para probar la hospitalidad de la gente del país compartiendo alguna de las múltiples actividades festivas y culturales que proliferan por todo el territorio, desde las celebraciones más tradicionales propias de esta época a las manifestaciones más innovadoras. O para descubrir el rico patrimonio monumental del Pirineo y las Tierras de Lleida, donde la historia y el arte se hermanan en un inmenso catálogo de monumentos –yacimientos prehistóricos, ibéricos y romanos, construcciones populares de piedra seca, iglesias románicas y góticas, castillos medievales, edificios renacentistas, barrocos y modernistas– de todas las épocas y estilos.

No lo dudes: ¡en las comarcas de Lleida encontrarás el escenario que buscas para disfrutar intensamente del calor del invierno!