PATRIMONIO INMATERIAL DEL PIRINEO Y LAS TIERRAS DE LLEIDA
EL PALLARS SOBIRÀ
LA AVENTURA ANCESTRAL
El Pallars Sobirà es un país de aventuras. La comarca que vive bajo el coloso de la Bonaigua al ritmo caudaloso del Noguera Pallaresa conserva la esencia del Pirineo antiguo. Cada pueblo encaramado en su atalaya sobre los valles ha sabido mantener el espíritu que la historia lo hizo único. Cumbres, desfiladeros, lagos, aldeas de piedra oscura mimetizados con el paisaje forman un destino de primer orden. Y entre toda la belleza natural sabemos leer entre líneas un alma noble y fuerte que ha configurado un patrimonio inmaterial que es su carácter de montaña fuerte y a la vez sensible. El legado de los abuelos se percibe en cada conversación, en cada palabra pallaresa como un superviviente de la cultura más ancestral. Nos aventuramos en el alma pirenaica del Sobirà.
El viaje
Percibimos la calma de los valles del Sobirà bajo la música hipnótica de las aguas del Noguera Pallaresa. Todo parece quieto, pero algo lo moviliza de repente. Las romerías populares tienen en el corazón del Pirineo un aire de reencuentro. Amigos, vecinos, primos que viven lejos y los abuelos que dominan la jerarquía familiar nos invitan a compartir mesa a la sombra de la iglesia. Este es un ritual que repetimos con devoción cada fiesta patronal. No nos cansaríamos nunca de las sobremesas en que unos y otros cuentan las historias que han sobrevenido a las generaciones. Una treintena de citas nos marcan el calendario secreto de los pallareses con las romerías de Sant Beat en febrero; los de Buiro, El Soler, Santa Maria de Àneu, Santa Maria de Arboló, Sant Jaume de Arestui o Sant Miquel de Roní en mayo, o los de Sant Beado de Cerbi, de Esplà de Gerri por la Pascua de Pentecostés.
Los imprescindibles
Romerías populares de ermitas y santuarios.
Mayoritariamente en mayo.
Si las romerías nos abren un Sobirà de fiesta, celebración, recuerdos compartidos y las mejores recetas a la mesa, las fallas nos muestran una comarca de reflexión, culto y misterio. La fiesta del fuego nos recuerda que esta es una tierra de creencias muy antiguas y nosotros, un pueblo que honra los dioses y la madre Naturaleza. Entre junio y julio las fallas de San Juan de Isil, San Juan de Alins, San Pedro de València d’Àneu y Alós nos regalan una noche para recordar siguiendo la hilera de pallareses que con el fuego al hombro rinden homenaje a lo más profundo de su identidad. Depurados por la hoguera y abrigados por la plaza y el pueblo, nos abocamos a la música y la fiesta que completan el ritual.
Fallas de San Juan de Isil.
23 de junio.
Fallas de San Juan de Alins.
23 de junio.
Fallas de San Pedro de València d’Àneu.
Fallas de Alós.
Primer sábado de julio.
La comarca, que se desvive por el turismo durante todo el año, mantiene viva una dedicación vocacional por la ganadería y la agricultura. Ya hemos aprendido que el pallarés es un ser agradecido a la tradición heredada y hoy lo demuestra en un catálogo extenso de ferias que en muchos casos nos recuerdan en otoño que es tiempo de bajar el ganado de las montañas. Una quincena de citas nos marcan el paso de la economía más auténtica que a la vez es también el escaparate de los productos agroalimentarios más secretos. La Muestra de Quesos Artesanos de Sort en Semana Santa, la Feria de Oficios y Menestrales de Rialp de principios de junio, la Feria de San Juan y esquileo de ovejas con tijeras de Sort por San Juan, la Feria Caliu de Esterri d’Àneu a finales de junio, la Feria del Hierro en los Pirineos de Alins en julio, la de Santa Teresa de Esterri o la de Tírvia en octubre. Vamos arriba y abajo, de pueblo en pueblo, saboreando los embutidos, quesos, lácteos y la carne que nos dejan el Sobirà en el paladar, aprendemos los antiguos oficios, disfrutamos de la artesanía que da forma a la madera y aprendemos a cocinar como lo hicieron durante siglos las abuelas, y a la vez, innovadora con el producto local como protagonista. Uno de los momentos mágicos para saborear la gastronomía del Sobirà lo vivimos por Carnaval. Poblaciones como Àreu, Espot, Esterri, Gerri, Lladorre, Llavorsí, Rialp, Ribera de Cardós o Sort se vuelcan en la fiesta más alocada del año llenando las calles de colores, algazara y desenfreno para saborear finalmente la calderada popular con la vianda y el relleno de Carnaval. Un menú potente que nos recuerda que estamos en el Pirineo que conserva sus raíces.
Ferias ganaderas.
Durante el otoño.
Carnaval de Àreu, Espot, Esterri d’Àneu, Gerri de la Sal,
Lladorre, Llavorsí, Rialp, Ribera de Cardós y Sort.
El patrimonio inmaterial del Pallars se manifiesta también en todo su esplendor en las fiestas mayores. Cada pueblo conserva una tradición que es el orgullo de las generaciones que la han mantenido viva. Danzas de cortejo, recetas ancestrales y devociones a sus santos patronos. Vivimos manifestaciones de una cultura que es el alma misma de la comarca y que disfrutamos proyectada a la globalidad con nuevas marcas como el Dansàneu, el Festival de Música de Rialp, el Festival Esbaiola’t, el Festival Lo Lumener o el Baile de la Morisca de Gerri que nos transportan a otra época. Historia viva a través de una danza que han bailado generaciones de una tierra que sigue intacta.
Fiestas Mayores.
Baile de la Morisca de Gerri de la Sal.
Final de agosto.